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sábado, 9 de noviembre de 2013

Responsabilidad social de una escuela en un entorno de alta vulnerabilidad

El Colegio Madre Teresa (link) tiene 800 alumnos, que selecciona entre los que padecen
más carencias, en Virreyes, un barrio suburbano de Buenos Aires caracterizado por la pobreza y la violencia.
Su misión es dar educación de calidad, sin conformarse con aprendizajes mediocres, para lo cual tendrían abundantes argumentos.
El director de la escuela era el párroco del barrio, el P. Juan Pablo Jazminoy. La promovió hace 10 años, con la ayuda de la empresa ALUAR-FATE y la continuó con la ayuda de muchos educadores y donantes conseguidos con esfuerzo silencioso. El Estado paga el 18% del presupuesto anual.

Un buen indicador de la calidad educativa es que los alumnos se alfabetizan en primer grado, cuando en comunidades más favorecidos a veces se alcanzan esos resultados entre segundo y tercer grado. Marcela de la Fuente, la Representante legal, me transmite otro indicador que no figura en estadísticas oficiales, pero que es muy  significativo: acaba de regresar del viaje de egresados a Bariloche, con los 27 alumnos  que se gradúan, y fue una experiencia reconfortante, de actividades al aire libre, convivencia sana, sin alcohol ni marihuana.

Le pido a Cristina Carriego, la Directora de Primaria, una aguerrida doctora en Educación, experiencias para transmitir a los educadores que enfrentan experiencias similares. Transcribo algunas de sus ideas, tamizadas sin dudas por el fuerte impacto emotivo que me produce esta visita.

-la educación en entornos muy vulnerables se imagina a veces con un halo romántico, pero se choca con una realidad de una dureza inenarrable. Aquí, parece que en lugar de orientar el aprendizaje gestionamos el dolor en doble escolaridad, me dice la Representante legal, con sencillez.

-hay mucho escrito sobre la escuela en estas condiciones de pobreza, pero al llegar al campo, la mayoría de esos libros transmiten un lejano discurso político-sociológico-psicoanalítico, que sirve de poco.

-al enfrentar tantas dificultades objetivas para educar, la tentación es contentarse con brindar contención, que los chicos estén bien unas horas cada día. Pero es necesario proponerse dar educación de calidad, que se consigue cuando se trabaja duramente, se ponen los medios adecuados, hay motivación, competencia y convicciones.

-los maestros y profesores están apoyados por un equipo en la sección Primaria y otro en la Secundaria, compuesto por trabajadores sociales, psicólogos, fonoaudiólogos, psicopedagogos, maestras recuperadoras; no son muchos pero trabajan mucho. La escuela interactúa también con muchas organizaciones exteriores.

-hay que atender a las familias de los alumnos, especialmente a las madres, que acuden buscando apoyo, y que pueden ser aliadas en la educación de sus hijos.

-los chicos viven en entornos en los que no hay proyecto personal ni futuro ni autoestima. Durante todos los años de escolaridad se estimula su capacidad de plantearse la propia vida como tarea. Tienen una orquesta, coro, teatro, deporte, becas.
 



Por mi parte, agrego que el Colegio Madre Teresa está demostrando algunas de las claves para superar el que seguramente es el principal problema de la Argentina y de Latinoamérica: la educación y la inclusión social en situaciones de pobreza extrema.