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domingo, 13 de septiembre de 2015

La encíclica Laudato si’ y el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas


 Dios puso al hombre “en el jardín de Edén para que lo trabajara  y cuidara” Génesis 2,15

En este mes de septiembre di una charla  titulada La encíclica Laudato si’ y el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, en la ciudad de Salta (Centro Universitario El Valle) y en la ciudad de Tucumán (Residencia Universitaria Cebil).

Pienso que se justifica poner en relación esta Encíclica que aborda la cuestión ecológica con el concepto de Desarrollo Sostenible (DS), porque el Papa Francisco utiliza 19 veces la palabra sostenible en su documento. Vale la pena recordar el sentido que las Naciones Unidas le dan al DS desde que se utilizó por primera vez en 1987 en el Informe Brundtland: El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Esta definición es universalmente aceptada, aunque contiene un alto grado de ambigüedad. Por eso, me parece más práctica la descripción, también muy difundida, del desarrollo sostenible, como aquél que suma tres componentes: el desarrollo económico, el desarrollo humano y el cuidado del medio ambiente.                  

Por su parte, la propuesta del Papa es “Una ecología integral, que incorpore las dimensiones humanas y sociales, inseparablemente vinculadas con la situación ambiental”(137)[1]. Es una  propuesta que se integra perfectamente en el marco del desarrollo sostenible.
Al Papa le interesan en primer lugar las personas, le aflige que “el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta" (n.87) y quizá por eso cita el Principio 1 de la Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992): «los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible» (126).

Francisco irrumpe entre los actores internacionales que se preocupan por el planeta, con una fuerza impresionante, porque habla de modo directo, con la independencia que le da su autoridad moral. Como ejemplo copio unas pocas frases contundentes:
      -La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (21)
      -“Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas” (50)
      -“las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles” (64)

En muchos otros lugares utiliza un lenguaje valiente y que no es políticamente correcto, como cuando denuncia la incoherencia de quien lleva adelante una lucha por especies animales o vegetales y no desarrolla un empeño para defender la igual dignidad entre los seres humanos, incluso algunas veces atentando contra derechos de otras personas (90-91); resalta la incapacidad de algunos para reconocer el valor de un pobre, de un embrión humano, de un discapacitado (117); muestra la incompatibilidad de la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto (120); muestra su preocupación cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente y reclaman ciertos límites a la investigación científica, pero no aplican estos mismos principios cuando se refieren a la vida humana, incluso justifican que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con embriones humanos vivos (136).


El Papa mismo señala cuáles son algunos ejes que atraviesan toda la encíclica:
·        “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta,
·        la convicción de que en el mundo todo está conectado,
·        la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología,
·        la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso,
·        el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología,
·        la necesidad de debates sinceros y honestos,
·        la grave responsabilidad de la política internacional y local,
·        la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida” (16).

Algunos han manifestado críticas al hecho de que el Papa escriba sobre cuestiones científicas y técnicas referidas al medioambiente y también porque les parece que adopta posturas en contra de la libertad de mercado.
Con respecto a esa primera objeción, pienso que el Papa entiende claramente que se refiere  a “los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible”(15), y lo hace para que se comprenda de qué está hablando y no quede en un discurso abstracto.
Y en relación con los que se alarman por sus críticas económicas y sociales, en ningún lugar propone el Papa el comunismo ni una mayor intervención del Estado. Me gusta la explicación del economista Argandoña:  “Lo que el Papa rechaza es “la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social”. Motivación económica, parece decir, sí; motivación exclusivamente económica, pasando por encima de lo que se ponga por delante, no.
(...) el problema es moral, no económico. Empezar a hacer algo con una motivación errónea no es una buena solución” (link).

Finalizo diciendo que me parece un documento apasionante de la Doctrina Social de la Iglesia, muy actual, y que nos interpela para que asumamos nuestra responsabilidad en hacer de este mundo un hogar más amable y sano para todos.

Para acceder a la Encíclica Laudato si': link



[1] Los números entre paréntesis refieren a los párrafos de la Encíclica Lodato si’, del 24-V-2015

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